LA BICI DE FLORES
Viernes. Mes de Abril. Mañana primaveral. Paseo, frente a Atocha, con destino al Thyssen. Me detengo al ver una bici llena de flores. Está invitando a entrar en una tienda de recuerdos. Es, como poco, curiosa. Me acerco para verla mejor…..sí, me digo, tiene una foto para mi tienda.
Mi tienda virtual de pegatinas para bicicletas. Saco la cámara, retrocedo unos pasos, enfoco, espero a que pasen los turistas……y disparo. Ya tengo la foto.
Vuelvo a acercarme para ver sus detalles. Ya no soy el empresario…ahora soy el espectador.
Original, divertida, colorista y trabajada con paciencia…..La doy por vista. Y sigo mi camino.
Recorridos unos metros, me aborda una anciana. Pequeña, con la cara decorada con pinturas de colores, maquillaje de otra época, bien vestida (también de otra época) y me dice: Pues ahí dónde la ves, tiene su historia….
Me agacho hasta poner mi boca a la altura de su cara. Pues estaría encantado de escucharla, le digo.
Ella, altiva, me toma del brazo y me lleva unos metros más allá, junto a la pared…lejos de oídos indiscretos.
Mira, joven, es la bicicleta de Juan, el antiguo dueño de la tienda. Un mozo bonachón, tímido y apreciado en el barrio. Que un día, para su desgracia, al asomarse a la puerta de su negocio para coger aire, se encontró, casi se tropezó, con Eva.
Eva, la mujer más guapa que habían visto por estos lugares. La mujer más deseada y perseguida. La mujer que miraba pero no veía porque su vista estaba puesta en el futuro. El futuro de actriz que tanto deseaba convertir en realidad.
Y casi se choca con ella. Después de esquivarse mutuamente, Eva siguió su camino, sin ver a Juan y él, Juan, quedó atrapado para siempre.
Tímido, muy tímido…..la esperaba todos los días……pero Eva solo pasaba de vez en cuando. Y, cuando lo hacía, nunca miraba a Juan, ni a su tienda, ni a su presente…..Eva siempre camino al futuro…..
Pensó Juan, consciente de sus limitaciones, en llamar la atención de Eva con algo que eliminase la invisibilidad que lo caracterizaba….Y pensó y pensó…..y pensó….y, al ver una bicicleta antigua, en venta en su tienda, le llegó la inspiración.
Puso en la cesta un magnífico ramo de flores y colocó, sobre el sillín y el portacanastos, algunas otras flores, con nombres y significados conocidos, para realzar el efecto llamada.
Y lo consiguió….los turistas comenzaron a pararse frente a su tienda, a entrar en ella y a comprar; todo un éxito comercial. Pero Eva no apareció. Ni ese día, ni el siguiente, ni el otro.
El cuarto día, decaído, cansado de trabajar y de esperar…..volvió a salir a la puerta a coger aire.
Tres bocanadas y, a lo lejos, la inconfundible silueta de Eva…….Y una cuarta, y una quinta……y hasta diez veces tuvo que coger aire para no salir corriendo a su encuentro y confesarle…lo inconfesable.
Puso la pose ensayada, levantó la barbilla, cogió aire y encogió la barriga…….y llegó Eva.
Y hoy, Eva, sí miró en el presente. Y hoy, Eva, sí se detuvo, unos segundos, en el mundo real.
Y vio la bicicleta y le gustó. Y miró a Juan y le sonrió. Y, cuando intentó seguir su camino, Juan le habló…….
¿Te gusta?….
Eva se giró, lo miró y volvió a sonreír.
Juan, azorado, tembloroso pero decidido, insistió: La he decorado yo…(pensando en ti…..calló).
Es como un jardín ciclista, insistió.
Eva, volvió a sonreír…Aún le falta mucho para ser un jardín, sentenció.
Juan, sabiendo que no habría más oportunidades, se arrojó al vacío: Si la convierto en un jardín, ¿saldrás conmigo una tarde?.
Eva, acercó sus deseados labios a la mejilla de Juan y le dijo: si la conviertes en un jardín, sí.
Y trabajó toda la noche. Seleccionó las mejores flores de su tienda, las ordenó, recortó y pegó, minuciosamente, sobre toda la superficie de la bicicleta. Y cuando parecía estar acabada…algún detalle que no encajaba le hacía volver a empezar…
En fin, toda la noche.
Y la mañana siguiente, cansado, ilusionado y excitado, abrió su tienda a los turistas y su imaginación a la tarde de su esperada cita.
Y Eva no apareció hasta el tercer día.
Todo pasó en un segundo. Un saludo en una exclamación: ¡Ahora sí es un jardín!
Eva miró, durante unos segundos, la obra de Juan. Sí, ahora es un jardín……..pero tiene muchas flores mustias……es un jardín abandonado…….
Y se marchó. Eva se marchó dejando a Juan desconcertado.
Después de varios días, las flores más delicadas habían perdido su expresión; algunas incluso su color y forma………
Juan no se rindió. Otra vez a pensar, pensar y pensar….
Otra vez a trabajar. Diseñó un sistema, en el interior de la bici, que proveía de tierra, agua y nutrientes a las flores que plantó en ella. Ahora no eran flores pegadas; vivían allí, en la bicicleta.
Tres semanas de trabajo. Decenas de horas y miles de expectativas.
Y el día de la presentación llegó. Su bici jardín causó sensación en el barrio. Y en buena parte de la ciudad. Pero Eva no aparecía….Eva nunca apareció.
Y, el peor día de la vida de Juan, llegó. En las noticias escuchó una reseña sobre Eva. Había conseguido un papel importante en una obra teatral y estaría de gira, este año, por España y, después, por América.
Esa es la historia, joven. Triste, ¿verdad?.
Pero, y ¿qué pasó después?……esto no puede acabar así, le dije a mi narradora.
Yo no sé más, hijo, me respondió. Tal vez en la tienda puedan informarte.
Y se marchó.
Volví a la tienda. Necesitaba saber de Juan, de Eva…….¡maldita curiosidad!
Entré y pregunté por la bici. Me dijeron al año de fabricación, la nacionalidad…..etc….
Pero, interrumpí, ¿y su historia?.
Ya ha hablado usted con doña Lola……Mire, esa señora, que no tiene nada mejor que hacer, inventa historias sobre todo. Ahora le ha tocado a la bici. El otro día me dijeron que andaba narrando, según ella, la visita que hizo un famoso actor al quiosco de la esquina. La semana pasada, el asesinato que, según ella, se produjo en el edificio que ahora ocupa ese hotel. (y señaló al hotel en que me alojo).
La conversación nos había llevado a la calle. Justo delante de la bici. Sin saber qué decir y dispuesto a marcharme, eché un último vistazo al jardín. Y, al acercarme al manillar, descubrí, bajo las flores, un corazón rojo, brillante….Le pregunté a la dueña del negocio y, apartando las flores para que pudiese verlo, me dijo que siempre había estado allí. Que ella decoró la bici con flores de papel y no quiso quitar la pegatina porque le pareció…..no sé…..dijo, emotiva.
Yo la reconocí al instante. Me alejé del lugar a paso decidido. Perseguido por la duda que esa pegatina hizo nacer en mí.
I am Eva. El am era un corazón, claro. Esa pegatina la hice yo, en mi tienda virtual, la de pegatinas personalizadas para bicis, cascos, patinetes, etc…, hace unos dos años. La recuerdo perfectamente. No he hecho nunca otra similar. Los ciclistas ponen sus nombres, aficiones, banderas, oficios, los logos de sus clubes…pero nunca que quieren a alguien.
Y, en mi cabeza, las ideas se confunden con las creencias y me da miedo.
Nunca he creído en el destino, ni en casi nada.
Pero, de vez en cuando, una serie de casualidades encadenadas me hacen dudar, durante unos segundos, y pienso que, tal vez, la realidad no es lo que yo veo, sino solo lo que puedo ver….
Aterrador.
Nota del autor:
En homenaje a Juan y a Eva, dos personajes inventados, en una historia inventada, ¿o no?.
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